¿Por qué se producen los antojos?
Descubre qué son los antojos, sus causas más comunes y cómo controlarlos sin renunciar al placer. Ideas saludables y consejos para manejarlos mejor.

¿Alguna vez has sentido una necesidad casi incontrolable de comer chocolate, pizza, patatas fritas o incluso algo tan específico como las anchoas? Esa sensación intensa, que aparece sin previo aviso, incluso cuando no tienes hambre, tiene un nombre: antojos.
¿Qué es un antojo?
Un antojo es un deseo urgente e intenso por consumir un alimento o bebida. Aunque a menudo se asocia con la falta de autocontrol, en realidad responde a múltiples factores físicos, emocionales o sensoriales. Por tanto, a la pregunta de qué es un antojo deberíamos contestar con que se trata de una señal del cuerpo que puede relevar desde una necesidad nutricional hasta un estado emocional concreto. Y es que, por ejemplo, un antojo de plátano puede estar indicando una falta de potasio, y uno de una onza de chocolate puro, un déficit de magnesio.
Principales causas de los antojos: ¿por qué los tenemos?
Los antojos pueden tener muchas causas y están estrechamente conectados con el cuerpo, el cerebro y nuestras experiencias pasadas. Hay algunos factores comunes que, además, pueden explicar por qué tenemos antojos:
- Déficits nutricionales. Cuando el cuerpo carece de minerales como el hierro, el magnesio o el potasio, puede pedirnos alimentos que lo contengan. Los antojos también pueden responder a una búsqueda de energía rápida. El azúcar, en este sentido, es una fuente inmediata de energía, y está especialmente relacionado con este fenómeno.
- Desequilibrios o cambios hormonales. Las fluctuaciones hormonales (como las que influyen en el ciclo menstrual o el embarazo) afectan a esta necesidad de comer ciertos alimentos. También hay que tener en cuenta que el consumo de azúcar, por ejemplo, desencadena serotonina, la hormona de la felicidad; de ahí que, cuando estamos estresados, de mal humor o incluso tristes, busquemos dulces como una forma de encontrar felicidad o consuelo.
- Estrés y emociones. El cortisol, la hormona del estrés, también está involucrada en los antojos. Ante situaciones que se escapan a nuestro control, nuestro organismo busca alimentos que proporcionen una sensación inmediata de bienestar, como los carbohidratos simples o las grasas, por ejemplo, la bollería industrial o los snacks procesados.
- Hábitos y condicionamiento. Asociamos los dulces con la celebración y el placer, por lo que puede que los busquemos de forma inconsciente en situaciones de recompensa o confort emocional. También depende de nuestras tradiciones y rituales: si estamos acostumbrados a comer algo específico en ciertos momentos del día (como galletas con el café de la tarde), nuestro cuerpo y nuestra mente lo buscará y asociará con este momento de sosiego.
- Falta de sueño. La falta de sueño puede alterar el equilibrio de las hormonas que regulan el apetito, como la grelina (que estimula el hambre) y la leptina (la reduce). Cuando dormimos poco, el cuerpo aumenta la producción de grelina, lo que puede hacer que nos decantemos por alimentos ricos en calorías.

¿Cómo controlar los antojos de manera saludable?
Tener antojos es lo más natural del mundo; lo importante es saber gestionarlos para evitar que se conviertan en un obstáculo para nuestro bienestar. Existen algunas estrategias que pueden convertir esos impulsos en elecciones conscientes y antojos saludables:
- Una rutina alimentaria equilibrada. Si seguimos una alimentación equilibrada, que incluya todos los nutrientes esenciales (como proteínas, grasas saludables o fibra), podremos prevenir deficiencias que generen antojos. Además, comer bien nos ayudará a sentirnos saciados durante más tiempo y reducirá el deseo de comer alimentos poco saludables.
- Snacks saludables. En lugar de sucumbir al antojo de comida rápida o azúcares refinados, hay otras opciones que sacian y aportan nutrientes, como las frutas, los yogures naturales, los frutos secos o el chocolate negro con alto porcentaje de cacao, por lo que conviene tener estos alimentos a mano en lugar de decantarnos por otros menos saludables.
- Hidratación correcta. A veces confundimos sed con hambre. Beber agua no solo es necesario para nuestro cuerpo, sino que puede calmar un antojo momentáneo, así que ¡mucha agua siempre!
- Origen emocional. A veces podemos sentir que el deseo de comer algo viene del estrés, la tristeza o el aburrimiento. Frente a ello, podemos practicar la atención plena o el mindfulness, así como otro tipo de técnicas, para intentar discernir qué es hambre real y qué es hambre emocional. Una investigación revela que a veces los antojos emocionales desaparecen en cuestión de minutos, por lo que también puede ser interesante dedicar un tiempo a distinguir qué es lo que realmente queremos.
- Hábitos de sueño. Dormir entre 7 y 9 horas no solo es importante para la salud, sino que, como hemos visto, también ayuda a regular las hormonas relacionadas con el apetito y a reducir la intensidad de los antojos.
- Ejercicio y desconexión. La actividad física mejora el estado de ánimo y regula el apetito de forma natural. Además, también ayuda a romper el ciclo de ansiedad-comida-culpa.
Los antojos no son una debilidad, sino una herramienta de comunicación entre el cuerpo y la mente. A veces son una advertencia fisiológica; otras, una señal emocional. Lo importante no es reprimirlos, por tanto, sino aprender a entenderlos.
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